Una de las primeras preguntas que les hago a mis clientes es:

– ¿Cuánto ganas? – Existen respuestas de muchos tipos, como personas hay en el mundo.

– Bueno… bien… no sé…

– ¿Cuánto ganas al mes normalmente?

– Ah, pues tengo x clientes y bien.

– Ya, ¿pero cuánto dinero ganas?

– Pues calcula.

– Calcula tú, ¿cuánto has facturado este mes?

– Pues mira. – Y me muestran una libreta, una agenda, una app…

Pocos, muy pocos, lo tienen sumado.

– Vale, y ¿qué gastos tienes?

– Emmm… bueno, lo tengo todo pagado, no debo nada. Aquí ya no hay ni libreta, ni agenda ni nada.

– Y… ¿ahorras?

– Bueno, este mes como fue agosto no vino nadie y me fui de vacaciones.

¿Os suenan estas respuestas?

Todos, incluso los que son capaces de argumentar con números alguna de sus respuestas, tienen algo en común, miran sus negocios como una mera forma de ganarse la vida y no como lo que es, una empresa.

A muchos os va a rechinar lo de empresa, lo sé, lo asumo cual saco de punching ball, recibo miradas escépticas, de sorpresa, incluso de desprecio.

“¿Cómo va a ser eso? Yo soy terapeuta, ayudo a las personas, esto no es una empresa.”

Pues sí, esta profesión nuestra también es un negocio y si no hay beneficio, apaga y vámonos.

¿O alguien se plantea que sea viable mantener un Centro de terapias abierto si no entran clientes?  ¿Verdad que lo primero que pensáis es en arrendar las salas para poder pagar el alquiler?

Pues en eso consiste un negocio.

Otros pensareis, “bueno, yo alquilo por horas, si tengo clientes bien, si no pues no pago y no pasa nada”.

Ok, y ¿a partir de cuantas sesiones os sale más a cuenta alquilar una sala para vosotros solos o incluso, una franja horaria de uso exclusivo?

El primer paso es identificar cuantos gastos domésticos tienes. A qué pagos haces frente y confeccionar una previsión anual de tus finanzas personales.

No es extraño que, al revisar un extracto del banco anual, nos demos cuenta que estamos pagando cosas que creíamos haber dado de baja o que ni recordábamos que teníamos, como seguros de vida que nos hicieron contratar para obtener un préstamo, una suscripción que suponíamos cancelada o el contador de agua del piso que hace un año que ya no vivimos en él.

Tomamos decisiones a diario y acostumbramos a valorar lo que más nos conviene, ¿por qué no hacerlo también en lo profesional?

Para decidir, normalmente, uno baraja toda la información y en base a eso escoge lo mejor. También hay mucha gente que decide de forma impulsiva y le sale bien, de acuerdo, esto es como los embarazos, los hay que vienen solos y los que se planifican, pero, todo y así, algo hacemos para quedar embarazados. Incluso el que decide hacer nada, decide algo.

El segundo paso es averiguar cuál es el rendimiento de tu actividad, el beneficio que obtengo, la diferencia entre mis ingresos y los gastos inherentes a la actividad. Es importante diferenciar cobro de ingreso y gasto de pago. El IVA, por ejemplo, no es un coste para mi negocio, se trata de un pago. La mutua médica, aunque la considero un gasto doméstico, resulta deducible en la declaración de la renta en el apartado de la actividad económica. De nuevo, se trata de hacer un presupuesto anual con todos los gastos que tengo para ver qué obligaciones afronto (incluidos impuestos), teniendo en cuenta que no todos los meses ingreso lo mismo.

Una vez ya has calculado cual es la cantidad óptima a la que aspiras para poder cubrir tus necesidades domésticas, puede ser que descubras que no estás ganando tanto como pensabas o necesitas.

Puede pasar que cuando veas los impuestos que te toca pagar por lo que estás generando no te guste la cifra y/o lo encuentres injusto.

Igual te planteas que eso de pagar la cuota de autónomos no te compensa porque no le ves ninguna ventaja.

Calma, otra vez, la información es poder. ¿Sabías que los autónomos cobran una prestación si están de baja o por maternidad/paternidad?

O cuando quieras cambiar de piso y te pidan la renta para ver cuánto ganas y si eres solvente.

A veces, vivir al margen del sistema no es tan ventajoso.

“Ahora que lo veono gano tanto como pensaba”

Tal vez ha llegado el momento de dar el salto, abrir mercado, promocionarte, crear una web, alquilar una sala más grande donde atender grupos, colaborar con otros profesionales, y te sientes limitado porque no tienes ahorros.

Financiarte para invertir y ganar más, a veces, es una buena opción.

Pedir un préstamo no entra dentro de tus planes porque no lo has necesitado nunca, no te gusta tener deudas o no te gustan los bancos.

  • Para esto último existe la banca ética, muchos de mis clientes acuden a ello y resuelven así su conflicto interno.
  • No has pedido nunca un crédito porque no lo has necesitado, enhorabuena, pero los créditos no son siempre para los más necesitados. Hay gente que hace inversiones financieras con dinero prestado y acaban ganando más de lo que pagan por intereses.
  • No te gusta tener deudas. No creo que haya nadie a quien le guste tener deudas, pero existe la deuda buena, la que sirve para generar beneficio. Es como el taxista que se compra un coche nuevo porque el que tiene siempre está en el taller y no puede trabajar. Al cabo del año, el coche nuevo reporta más beneficio que el viejo.

Imagina que te ofrecen la oportunidad de ocupar un pequeño centro ya en funcionamiento, excelente ubicación, recién reformado y con una extensa clientela. La persona que lo regenta debe retirarse y te lo ofrece a cambio de un traspaso.

No tienes ahorros, pero podrías pedir un préstamo al banco.

En el banco lo primero que te piden es la renta del año pasado y las declaraciones de IVA. Lo segundo, tu plan de negocio.

Puede ser que tu renta del año pasado ni exista, pero si el plan de negocio demuestra que eres capaz de generar beneficio tienes probabilidades de que te financien.

“Estoy bien como estoy, no necesito cambiar, pero me gustaría ganar más.”

También podría darse el caso que necesitas un montón de horas para llegar a la cifra deseada. Trabajas todos los días de la semana y te gustaría darte un descanso.

¿Cómo puede ser que con tantos clientes que tengo no llego a la cifra óptima?

Revisa tus tarifas, ¿Cuánto estás cobrando por una sesión? ¿Te sientes cómodo con ello? ¿Consideras que mereces cobrar más de lo que estás cobrando o no te atreves a subir el precio de tus sesiones?

Estudiar la competencia nos ayudará a ver en qué lugar estamos. Sí, la competencia, eso también existe en nuestra amada profesión.

Hay factores emocionales que nos empujan a poner determinado precio y eso también se puede trabajar.

Por último, si en lugar de dejar al azar mi economía, mi negocio, hago algo para organizar, planificar, encarrilar mis acciones, probablemente tenga más control. Pero no el control ese que procede del miedo, yo hablo del control que me facilita saber en todo momento como me está yendo y que cuando vuelvan a preguntarme «¿cuánto ganas?» pueda contestar una cifra sin dudar, y no la del mes pasado, sino la de los próximos meses.

Si quieres más información sobre cómo puedo ayudarte, no dudes en contactar conmigo.