Voy a permitirme el atrevimiento de hablar en boca de una persona con anorexia nerviosa. Salvando todas las distancias, que las hay, voy a hacerlo desde un lugar especial: desde el conocimiento y la experiencia que me ha dado el haber acompañado durante más de 9 años a personas con anorexia y bulimia, tratando de describir el cómo ha sido y cómo es estar en el mundo con esta enfermedad. Lo enfoco como si la persona hubiera hecho ya un proceso terapéutico, un recorrido de crecimiento y toma de conciencia, como ha sido con las personas que he conocido a lo largo de mi camino como terapeuta. Aquí va…

«Soy una mujer joven que tiene un trastorno alimentario. Hace algunos años que apareció en mí la necesidad de controlar mi cuerpo y mi alimentación. Sumando la influencia que tuvo la exigencia social respecto a la imagen de la mujer, más lo que de ello recibí de mi familia y entorno; dietas, preocupación por la imagen, gimnasio… y mi tendencia a obsesionarme y buscar la perfección, el resultado: Anorexia nerviosa. Temido término. Es un mecanismo automático que me posee, siento que no lo puedo parar, me hace sentir dudosamente segura y me condena a la repetición permanente, me envuelve una intensa sensación de poder y de control sobre mi vida. Me siento bien con esa sensación. Me la creo.

Pero esto solo es la superficie, en realidad mi descubrimiento es que a lo largo de mi vida, desde la niñez, todo lo que me he propuesto lograr, no ha partido de mi misma, sino de lo que he creído que debía ser y hacer para ser aceptada y querida. Es por ello que me he esforzado muchísimo para todo, pues en mi interior sólo ha habido deber y exigencia, nunca deseo ni placer y por ello nada me ha satisfecho nunca, nada me ha llenado. Creo que siempre he creído que no era digna de amor si no era la mejor.

La exigencia es extrema, el anhelo de perfección está presente en todas las cosas de mi vida. La creencia: No tengo poder para controlar mi vida. El anhelo: recuperar el control.
El querer decidir y escoger, y la idea errónea de no ser capaz, me han conducido a un desconcertante sufrimiento.

El síntoma es la manera de mostrar al mundo este dolor, proviene de una parte sana siempre presente en mi deseosa de que alguien se dé cuenta de mi infierno. Es una exclamación de socorro sin tener que abrir la boca.

A la vez, la anorexia es culpa, que esconde un doloroso e intenso desacuerdo no expresado. La culpa de no ser tan perfecta como debería que es la rabia de no haberme sentido reconocida tal y como soy. Castigo castigándome.

Me muestro anhelando desaparecer, haciendo de mi cuerpo algo tan ligero que se disipa, como si dijera con ello: no quiero que me veáis imperfecta. Dejad de exigirme.

Hasta que mi pequeño gran refugio empezó a ser mi pequeña gran cárcel. El lugar donde esconderme albergaba a un monstruo aún más temible.

Aquella que me salvaba del mundo resultó ser la que me agredía. Y llegó el desengaño y la desesperación.
Ahí anduve algún tiempo creyendo que estaba todo perdido, que ya no había nada ni nadie en quien confiar.
Hasta que un día supe que Yo era la única que podía sacarme de ahí, pues conocía el camino de vuelta.
El proceso terapéutico me ha ayudado a despertar mi conciencia y a ponerla a mi servicio, descubriendo en el presente para qué hago cada cosa, qué necesito y qué quiero, dando voz a esa parte de mí que no supo o no pudo elegir, experimentando que ahora si puedo.

Conociendo el verdadero significado de la palabra ACEPTACIÓN, reconociéndome en lo que si y en lo que no.
Voy redescubriendo-me y expresando-me, sintiendo lo que me duele y lo que me hace feliz.
El presente es un lugar habitable para mí y yo misma empiezo a ser también un ser habitable para mí.»

Así es como se puede explicar el sentir de una persona que necesita ayuda terapéutica por anorexia nerviosa.
La terapia gestalt acompaña a la persona a experimentarse a si misma de otra manera, atendiendo sus necesidades reales, recuperando la capacidad de estar en el presente con lo que hay, dejando atrás lo que la mente le cuenta.
El síntoma siempre está expresando algo no dicho, es necesario que lo no dicho sea llevado a la conciencia para poder ser resuelto por la propia persona.

Deseo haber sabido afinar, siendo consciente de que cada persona tiene su propia historia y su propia forma de afrontarla, y habiendo generalizado en la esencia para hacer más entendible este asunto.

Si quieres saber más de cómo es este proceso, si necesitas orientación o ayuda, no dudes en contactar conmigo.

Te ofrezco un acompañamiento terapéutico con terapia individual y grupal, atendiendo tanto a la sintomatología como a todo lo que te sucede debajo de esta.

Para hablar conmigo clica aquí: Marta Andújar